Friday, September 25, 2009

Dios Existe Y Sobre El Por Qué Se Debe Usar Mayúscula En Su Nombre

Hasta hace unos años atrás, yo era un creyente en mí mismo, basado en una teoría denominada el Super Yo, la cual, a mi poco entendimiento, está basada en ver en las demás personas virtudes y defectos, comparando los defectos con los que uno tiene, tratando de desecharlos y asimilando las virtudes, creando así un ser humano "superior".
A pesar de tener una madre que, sin ser devota, creía en Dios, mis principios en cuanto a la religión no fueron sino hasta el 2007, diría yo.
Iba caminando, en Barranco, Lima, Perú, por la calle que conduce a la panadería de una chinita, panadería que me proveía de mi diario almuerzo, basado en cuatro a seis panes (de acuerdo a la economía y el hambre) con jamón y queso, siempre cambiando el jamón y queso. Era ese mi diario caminar, tan conocida ya la calle para mí, puesto que viví en Barranco en algún tiempo de mi juventud, que no le tomaba importancia ya al paisaje que me rodeaba.
En el piso donde caminaba, de pronto, vi una imagen hermosa, una cara que me llamó la atención, un rostro familiar: Era el rostro de Jesucristo, Nuestro Señor, el cual no me habría llamado la atención sino fuese porque en esos días, una vez más, estaba cuestionando la existencia de Dios.
Me di cuenta entonces, que muchas personas pedimos, pedimos y seguimos pidiendo, sin dar tiempo ni "parar la oreja" para escuchar la respuesta.
Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo son uno, por lo cual los denominan la Santísima Trinidad.
Mediante la imagen de Jesucristo, pintada en tiza en la calle por donde transitaba, Dios me estaba enviando un mensaje. Volteé a ver dónde estaba el artista que había delineado tan bella pintura, sin poder hallar a nadie. Di vueltas y vueltas, intentando no pisar el suelo donde se hallaba dicha imagen. Los ojos me seguían, o al menos esa era la sensación que yo tenía al estar parado ahí, frente a Jesucristo dibujado en el suelo.
Luego de ciertos minutos de estar ahí parado, pasó un peatón, al cual le pedí que no pisara la imagen de Nuestro Señor. El señor, con cara no sé si de asustado o de alguien que pensaba que era un loco, me dijo que él no veía nada en el suelo, absolutamente nada. Pasó otra persona más, a la cual le pregunté lo mismo, obteniendo la misma respuesta: Señor, no hay NADA en el suelo, realmente, no hay NADA.
Lo curioso es que yo sí podía ver con toda claridad dicha imagen, dicho rostro familiar, que proyectaba serenidad, pero que a la vez me seguía atento, mientras yo intentaba buscarle una explicación a todo eso.
Luego de tal vez 15 minutos o más, seguí mi camino hacia la panadería.
Cuando regresé, el retrato en tiza había desaparecido, sin dejar rastro alguno.
Fui a casa y me senté a razonar sobre lo que había sucedido. No le encontré explicación lógica. Por más que pensara, no hallaba solución a mi dilema mental: ¿Por qué yo sí pude ver dicho rostro y los dos peatones no?
Tal vez fue Dios que me estaba diciendo que Él todo lo ve y que me estaba respondiendo, a su manera, a su tiempo, en su momento.
De pronto, las dudas que tenía se fueron dilatando: Si a ti te crearon tu padre y tu madre, a tus padres los crearon tus abuelos, a tus abuelos tus bisabuelos y así sucesivamente, ¿quién creó a tus ancestros más lejanos?
En todo caso, si nos vamos a las teorías evolucionistas, ¿quién creó a los primates que dieron luego vida, muchísimas generaciones después a uno mismo?
Vivimos en un mundo tan frágil, pero así y todo, vivimos, respiramos, hablamos, nos juntamos, tenemos sentimientos, tenemos sueños, alegrías, tristezas y demás. El mundo donde vivimos está rodeado de la capa de ozono, que nos protege de la gran fuerza de los rayos solares. Tenemos agua, que es la base de nuestra forma de vida. Tenemos un planeta hermoso, pero tan, tan pequeño, en comparación al universo, que realmente, no somos nada, pero lo somos todo para Él, para Nuestro Señor.
Como alguna vez me dijo una mujer sabia a mi constante cuestionamiento sobre Dios: "Explícame los sentimientos, a ver, dame una explicación lógica, aparte de la parte química, que seguro me dirás". De más está decir, creo, que no tuve respuesta.
Pueden denominarlo "La Fuerza" o como quieran, pero Dios, para mí, existe, aún cuando de vez en cuando todavía tengo mis momentos de locura e intento regresar a lo que creé y creí por mucho tiempo.
Ahora bien, la razón para usar mayúscula en Dios es por respeto: tal y como se usa mayúscula al iniciar un nombre propio, como Juan, Pedro, María, Ingrid, etc., también se usa en Dios, por ser el nombre del Creador, del que todo lo puede, del que nos da (y también nos quita), de aquel que no necesita que le digamos qué es lo que hemos estado haciendo.
Por cierto, tengo dos hermosas hijas, con las cuales rezo en las noches cuando no sale el indio que vive dentro de mí, pero de todas maneras, cuando las llevo a la escuela, en la camioneta. Ellas, creo yo, que gustan de esos momentos en que estamos en familia, agarrados de las manos, dándole gracias a Nuestro Creador.

Saludos,

F. Bobbio C.

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